
Tú hablabas de un rascacielos del cielo de Nueva York.
Una mañana como otra cualquiera en la que no encuentra una sola razón para levantarse de la cama y abandonar el sueño, entregarse a la rutina le parece una acción lo suficientemente tediosa como para que se le escape un suspiro a la vez que su pupila recoge las primeras imágenes del día. Sin duda alguna hoy será otro día en el que el pasado le recuerdo lo malo que es su momento actual, en el que el presente le de vértigo y le haga tener miedo al avance y en el que el futuro se le presente como algo lejano y borroso.

Hay momentos en los que sientes que hasta la más pequeña palabra que ha salido de tu boca ha hecho que ella le ame más. Hay momentos en los que piensas que el simple hecho de querer ayudarle ha hecho que se unan más, que en realidad él no tiene el mérito y que ella vive una mentira. Entonces te das cuenta de que tú le quieres tanto que darías todo lo que fuera porque él sea feliz y por mucho que quieras que él no la quiera la vida es injusta y no queda otra que seguir, por mucho que sientas que el mundo esta al revés y que caes lentamente en un mundo que no entiendes y que no quieres entender. 

