
Una tarde cualquiera su ojos rompieron en lágrimas que rebotaron contra el mar:
- ¿Que te pasa?- los sollozos se perdienron con el ruido de las olas.- ¿Que es lo que quieres?- él no sabía lo que esperaba oír solo sabía que sus lágrimas le dolían más de lo que jamás pensó.
- Yo... solo quiero que me quieras.
El beso fue lento, tanto o más que el ritmo de la marea en su eterno subir y bajar.
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