Un secreto vale lo que aquello de quienes tenemos que guardarlo

viernes, 9 de julio de 2010



Procuro mantener la monótona conversación en el taxi sobre el tiempo, sobre que parece mentira que en pleno mes de julio parezca que estamos en pleno octubre, me encantaría poder explicarle a aquel hombre, al que solo veré por esta noche, durante unos minutos, que yo vivo en un perpetuo invierno y me encantaría poder explicarle porque las nubes y el frío se han apoderado de la isla en estos días de verano, me encantaría pero me callo y solo asiento con la cabeza con miedo a que se me escape alguna palabra.
- Perdón, ¿a dónde me ha dicho usted que le lleve?- por supuesto no se lo he dicho. Aún no he decidido si pedirle que me lleve a mi casa o a la tuya, a esperar a que regreses, sentarme allí y sentir el frío, esperar con los ojos entreabiertos a oír tu voz y a ver tus ojos una vez más después de tanto tiempo.
- Por favor déjeme cerca del cine de las estrellas- por supuesto elegí mi casa, un lugar donde ahogar las lágrimas con la seguridad de que seguramente no te veré mañana, de que seguramente ya nunca te veré como antes, de que a partir de ahora todo será diferente. Yo solo quiero que se acabe este invierno, yo solo quiero que o me quieras o desaparezcas para siempre.

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