Un secreto vale lo que aquello de quienes tenemos que guardarlo

martes, 25 de enero de 2011

Y te sorprenderá saber que los kilómetros son tan cortos como quieras imaginarlos








El mundo sin fronteras quedó siempre allí cuando una persona, no se quién, no se donde ni cuando dijo “yo soy ciudadano del mundo” y entonces comenzó, en ese preciso segundo, una nueva concepción de sueños, aquellos que se pueden alcanzar por encima de los límites de lo ya establecido.

¿Qué queremos volar? Pues volemos, al fin y al cabo la gravedad tan solo es una teoría. Dime una hora, dime un día, dime un camino, yo te propongo el destino: Barcelona y ya después el mundo.

sábado, 15 de enero de 2011

Half of my heart's got a grip on the situation



La ciencia de un regalo es bien sencilla lo mires por donde quieras mirarlo, es cuestión de transmitir con ello aquello que sientes. No sé que regalarte esta noche, si regalarte el ejemplar de mi libro favorito, aquel que tiene aquella frase que dice “Promete que te vas y no que huyes”, aquel que promete que la muerte es tan solo el olvido, o regalarte mejor un fragmento de aquella canción que grita en voz bajita que él solo busca que le tiemblen las piernas que sea de esas que nadie recomienda. Puede regalarte también un trozo de papel arrancado que ponga “que la luna salga por donde quiera que a mí que más me da si sale por la derecha o por la izquierda, que el cielo es el cielo y la tierra es nuestra”, o mejor te puedo regalar tan solo una mirada que transmita sin la necesidad de murmurártelo al oído que todo cambia porque ha de cambiar pero que la amistad es como la vida, nunca muere mientras alguien la recuerde.

lunes, 3 de enero de 2011

El circo del día rojo




Definió por primera vez Audrey Hepburn, disfrazada de Holly en desayuno con diamantes, lo que era un día rojo, creo recordar que dijo que los días rojos eran terribles, que de repente se tenía miedo y que no se sabía por qué y hoy me he encontrado de frente con uno de esos días.
Hoy me he dado cuenta de que las calles en los días rojos son como un circo, un circo en los que los payasos no sonríen y pierden el día entre colillas de cigarrillo, un circo en el que los lanzadores de cuchillos nunca aciertan y en el que los equilibristas perdieron el equilibrio hace ya mucho tiempo. Es un circo en el que los leones duermen eternas siestas encerrados en sus jaulas y en el que los tigres no son más que gatos que ronronean a la sombra de la carpa. En este circo nunca pasa nada interesante, no es más que una feria de tarados que no tienen nada de especial, en él ya no existen malabaristas porque estos se han cansado de pasarse la vida girando inútilmente cosas sobre sus cabezas, así que las robaron y se fueron con ellas. En este circo los magos rebelan sus trucos antes de sacar las cartas y los sueños parecen escaparse por los miles de agujeros de la carpa que ha perdido el color.
En el centro de todo este triste panorama se levanta incansable un señor con sombrero de copa, un señor al que no puedo verle la cara, el titiritero de todas aquellas marionetas rotas, el encargado de volver a dar vida a todo ese engranaje y yo simplemente le pregunto ¿Quién eres y por qué sigues luchando? Y me preparó para oír una de las mayores verdades jamás dichas:
No todos los días son rojos.
Me levantó de mi asiento y me voy dispuesta a cambiar aquel día de color.


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