El mundo sin fronteras quedó siempre allí cuando una persona, no se quién, no se donde ni cuando dijo “yo soy ciudadano del mundo” y entonces comenzó, en ese preciso segundo, una nueva concepción de sueños, aquellos que se pueden alcanzar por encima de los límites de lo ya establecido.
¿Qué queremos volar? Pues volemos, al fin y al cabo la gravedad tan solo es una teoría. Dime una hora, dime un día, dime un camino, yo te propongo el destino: Barcelona y ya después el mundo.
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