Algo así como purpurina escapada de una vieja caja de latón rescatada de algún lugar de la memoria, un millón de disfraces esparcidos por la mesa, retales de carnaval. Pecas que aparecen en las mejillas, sonrisas que se dibujan en las luces de colores que pueblan la ciudad, maquillajes que dibujan o desdibujan caras inventadas, gorros, sombreros, gafas y sueños. La luna reina en el cielo y nosotros en la tierra, porque hay noches normales y después están las noches nuestras. Juntemos esos retales que hoy vamos a reinventarnos en positivo.
Un secreto vale lo que aquello de quienes tenemos que guardarlo
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