Un secreto vale lo que aquello de quienes tenemos que guardarlo

lunes, 28 de marzo de 2011

Paris nights, New York mornings

Dicen de ella que se perdió un día entre las olas y que de repente su mirada se iluminó, algo así como la luz en un día de invierno. La veías allí, sentada en un muro, como siempre, inmersa en una nueva historia que crear e intentando adivinar a qué hora llegará el atardecer a la avenida. El viento remueve su pelo y, como siempre, se da cuenta de que se ha dejado el abrigo en casa. La historia parece ahora tan simple, pero ha sido tan complicado durante tanto tiempo, piensa en todas las veces que dio por hecho el haberse olvidado de todo. Lo simple llega ahora que se da cuenta que se encuentra a gusto con sus recuerdos, que puede volar por encima de ellos haciendo de todo un horizonte paralelo pero cercano, como tiene que ser el pasado. Ella siempre tuvo claro que algo grande se escondía detrás de aquel tropiezo, que la felicidad nunca la había abandonado solo había reducido un poco su proporción y ahora allí estaba, grande e inmensa la felicidad y con un nombre escrito en ella ¿Cuál? Eso ya es otra historia.

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