Quien tendrá la culpa de esos ojos verdes de la magia que provocan, de ese equilibrio. Quien tendrá la culpa de ese extraño color que a veces parece un kiwi y otras no tiene descripción, dime quien. Tal vez sea que los robo de un poema de Bécquer o que simplemente los tenga para hacer de este mundo un lugar más cercano a aquella estrella en la que de besos se daban dedales. Y mientras tanto mi equilibrio sigue tan loca como siempre, perdida en otro lugar, sonriendo sin darse cuenta, cantando en mitad de la calle, tirándome del pelo y arrodillándose mirando a la meca para dar gracias a su propio dios por esta entrada, que ella pensó que jamás llegaría.
Un secreto vale lo que aquello de quienes tenemos que guardarlo
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si el amor existiera.. sería nuestra amistad
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