Un secreto vale lo que aquello de quienes tenemos que guardarlo

lunes, 14 de noviembre de 2011

Todo lo que nos dijismo cuando prometimos no prometer nada





Ella dormía con la boca entre abierta, abrazando la almohada y susurrando palabras por la noche. Por las mañanas nunca daba los buenos días y bostezaba sin ponerse la mano en la boca. El pelo se le pegaba por el lado derecho de la cara y la otra se convertía en la mata de pelo asesina de la que tanto me reía. No bebía café per esnifaba su olor en cantidades industriales, yo prefería no hacerlo pero era la única manera de hacerla sonreír por las mañanas. Yo la quiero, quiero que sea bajita y que me mire desde abajo con sus enormes ojos marrones, quiero poderla levantar con tan solo hacerle cosquillas en aquel lugar que descubrimos en un apartamento demasiado pequeño como para tanta gente. Gente, gente que nunca nos entendió y ahora aquí, entre canales, todo parece fluir un poco mejor ¿no? Pero la gente sigue jodiendo igual y no porque ella no sea perfecta, si no porque siempre me creí menos que ella. Sé que ella siempre quiso volver aquí y que quería hacerlo conmigo, hacerlo mientras los barcos pasaban pegados a las casas y el mar no encontraba límites para arrasar con esta ciudad hundida. Ahora solo sé que me gustaría que estuviera aquí, cantándome esa canción de hombre g al oído mientras le suplico que pare porque no tengo ganas de que llueva esta noche.

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