Y todo
empezó en ese bar de neones gastados, neones verdes que le daban a todo un aire
entre barato y con
tendencia al sexo caro. Se oía de fondo “for your precios love”, era mi cuarto
cigarro y mi segundo whiskie, la luz entraba por el cristal y creaba dibujos en
la barra de madera, la butaca chirriaba y Toni, el camarero de todas las noches,
me analizaba con la mirada.
- ¿Otra vez?
- Toni, la vida a
veces es así porque sí, otra vez, sí, pero esta vez ha sido en sueños.
- Dicen que los
borrachos no sueñan.
- Pues
emborráchame esta noche.
- Será un placer,
Daniel… un placer.
Me rellenó el
vaso de nuevo. Paris sonaba triste esa noche, como si de pronto el
amor y la literatura que me habían llevado a allí se hubieran parado. Lo raro
fue que no lloviera, ¿Por qué no llovió verdad? La lluvia te la guardaste tú en
tus lágrimas. No desesperes, ya apareces en la historia.
- El tema me
deprime.
- Es lunes, hoy
toca música tranquila.
- Puede que la
tranquilidad sea el problema.
- Cuénteme una
historia, Daniel.
- Elija al
personaje.
- Esa chica de
allí, la del traje rojo y la sonrisa de mentira.
Queridos seguidores de este increible blog,
ResponderEliminarla autora de todas las entradas es mi mejor amiga y os voy a contar un secreto.
La capacidad que tiene el Daniel de este relato, la de inventarse una historia simplemente con un objeto cotidiano, tambien la tiene ella.
Es una cualidad magica, y nos ha hecho pasar momentos increibles.