Siento que no
soy,
que me he
evaporado entre tanta calima
y que vuelo libre
pero dolorida,
es un dolor extraño.
Está un poco por
encima del pecho,
algunos los llaman
angustia,
pero yo sé que es el conjunto de buenos
recuerdos (los de “él y yo”)
que intentan escapar para no hacerme más daño.
Esos recuerdos no dan tregua al sueño,
ni dejan pasar
más que humo hacia dentro,
lo demás lo
rechazan
porque en el fondo saben que si no logran
salir
mejor morirse de
hambre o de sueño
que de
arrepentimiento y melancolía.
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