Vendita la
casualidad que hiso que no me gustaran los coches y siguiera cogiendo la
guagua, vendita coincidencia que nos quiso situar en el momento correcto en el
sitio adecuado para que tu formularas aquella pregunta y nos embarcáramos en
esta aventura de orgasmos al límite de nuestras fuerzas. Que no calle el grito
que nos vio crecer a fuerza de encontronazos y de saludos tímidos con la
cabeza, que tu mirada valiente siga inspeccionándome pero ahora sin ropa. Que
las peleas sean de almohadas, que las lágrimas sean de felicidad y los insultos
de cariño, que esta sea la historia por la cual pagaríamos para ver en el cine
y para poder reírnos del final feliz, mientras nos hacemos cosquillas y nos tiramos roscas
que a la noche caerán de mi sujetador cuando lo desabroches. Ojala se alarguen
las noches y que tiremos las sabanas por la ventana para no taparnos. Voy a
matarte a besos para después revivirte a fuerza de provocaciones positivas,
porque tu lo haces vivir.
Un secreto vale lo que aquello de quienes tenemos que guardarlo
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