de esta mi terrible realidad,
donde arrebata mi felicidad…
que sus labios no me quieran besar.
En sus pensamientos no queda espacio
para los desventurados sollozos.
Como gotas caen en fríos pozos.
Y olvidados van muriendo despacio
En busca de una señal para acabar,
aquellas ganas locas de besarla.
Anhelo poder dejarla de mirar.
Que sensación tan extraña… notarla
y no ser capaz de intentar olvidar,
aquel día en el que pude abrazarla.
Para el niño al que tuve que ayudar a hacer un poema.
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